To be or not to be: ¿el exceso de elecciones nos puede agobiar?

¿Sentimos que contar con más alternativas de elección nos ha hecho más felices y nos ha llevado a una motivación más duradera y permanente? ¿Hay elecciones que nos agobian y que nos paralizan? ¿Cómo ha influido el contar con una mayor gama de opciones en nuestra capacidad de comprometernos?

 

Al igual que Hamlet, el famoso personaje de Shakespeare, día a día nos vemos enfrentados a numerosos dilemas. Les pido que nos tomemos un momento y hagamos una lista de todas las decisiones que hemos tomado durante el día de hoy.  ¿Pongo “snooze” una vez más para alargar el sueño, o me levanto de una vez para empezar el día? ¿Hago deporte, o me quedo en la comodidad del sillón leyendo? ¿Me fumo “solo un cigarrito”, o me mantengo firme en el propósito de no fumar? ¿Me compro esa cosa que tanto quiero, o trato de ahorrar? ¿Decido enfrentar a una persona, o me guardo para mis adentros lo que me molestó?

Las elecciones que tenemos que tomar van desde las más insignificantes –como qué marca de arroz o qué crema humectante comprar–, hasta las más gravitantes, cómo qué carrera estudiar, dónde invertir mis ahorros, si aceptar una oferta de trabajo o no, y con quién pasar el resto de mi vida. En cada elección ponemos en juego nuestras preferencias, prioridades y valores, y decidimos cómo distribuir nuestro tiempo, energía y dinero.

En nuestra cultura, la libertad de elegir y el control sobre la propia vida se han alzado como valores supremos, y los espacios para ejercitar el derecho a decidir son cada vez más amplios. La publicidad nos llena de slogans que nos invitan a “cumplir nuestros sueños”, “pensar sin límites”, en fin, ser las personas que siempre hemos soñado ser. Tenemos la ilusión de que podremos lograr absolutamente todo lo que queramos a través del esfuerzo y la dedicación, ya que las alternativas están siempre a la mano.

Sheena Iyengar [Link: http://www.ted.com/talks/sheena_iyengar_choosing_what_to_choose?language=en#t-18854] y Mark Lepper, investigadores de la Universidad de Columbia y de Stanford respectivamente, quisieron cuestionar la creencia ampliamente difundida de que “más elección es mejor”, es decir, que incrementar el número de alternativas conduce a las personas a una mayor motivación y satisfacción con la propia vida. Lo que los impulsó a hacerse esta pregunta fue ver que a pesar de que en la sociedad occidental hay cada vez más libertades individuales, al mismo tiempo aumenta la depresión y al parecer nos cuesta cada vez más “encantarnos” con la vida y encontrarle un sentido sólido y profundo.

Iyengar y Lepper (2000) plantean que en los contextos de la vida real ya no nos vemos enfrentados a tres o cuatro alternativas, sino que a veces son innumerables. Pensemos solamente en las ofertas de carreras en educación superior y en las universidades o institutos que las imparten. Pensemos en los programas de postgrado y en los países donde soñamos vivir. Para qué decir lo que ocurre con los bienes raíces: ¿Compro o arriendo? ¿Antiguo o nuevo? ¿De qué tamaño?¿En qué comuna? ¿De qué precio? Esta infinita gama de posibilidades nos ha llevado a un “choice overload”, es decir, a una saturación o agobio frente a las elecciones, que nos lleva a evaluar de forma mucho más pobre cada alternativa, quedándonos con aspectos más superficiales de la información, y finalmente tendiendo a elegir lo habitual, lo familiar o quedándonos con nuestra preferencia inicial. La “tarea” de decidir se hace tan fatigosa, que tendemos a dilatarla lo más posible, postergando la decisión, o queriendo simplemente elegir algo que sea suficientemente bueno para terminar con el proceso. Además, estamos más propensos a arrepentirnos de nuestras decisiones, porque si teníamos todas las alternativas para ser felices en nuestras manos, los únicos responsables de no haber acertado somos nosotros.

Mi propósito es invitarlos a mirar este tema desde un punto de vista crítico, intentando responder estas preguntas y compartiendo sus ideas y reflexiones: ¿Sentimos que contar con más alternativas de elección nos ha hecho más felices y nos ha llevado a una motivación más duradera y permanente? ¿Hay elecciones que nos agobian y que nos paralizan? ¿Cómo ha influido el contar con una mayor gama de opciones en nuestra capacidad de comprometernos?

 

¡Espero que hayan elegido leer hasta acá!

 

Referencias:

Iyengar, S. & Lepper, M. (2000). When Choice is Demotivating: Can One Desire Too Much of a Good Thing?. Journal of Personality and Social Psychology, vol. 79 (6), pp. 995-1006. DOI: 10.1037//0022-3514.79.6.995

 

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